PAUL MARTIN
Paul Martin escribe poesía y narrativa con un estilo propio, intenso, cautivador, profundo, culto y, a su vez, directo y fácil de leer. Comenzó su andadura como escritor muy temprano, ganando diversos premios literarios.
Sin abandonar la escritura en ningún momento, compaginó la redacción de artículos con la dedicación profesional a su otra pasión, los caballos, y enfocó la creación literaria artística a un ámbito de reflexión interna en el que la experiencia de vida se percibe fundamental. Él mantiene que el autor ha de estar presente en su obra, aunque no visible, pues no hay lectura más aburrida y escritura de menor recorrido que una biografía.
Desde hace ya unos años, su actividad literaria es ferviente. Prueba de ello es la publicación, hace un año, de su poemario Teología del mar y, este año, el lanzamiento simultáneo de estas dos obras, una novela y un poemario, con diversas novelas, poemarios, cuentos y ensayos en curso y de próxima aparición.
En sus obras, poesía y prosa ejercen un influjo mutuo capaz de llevar la narración a la poesía y el lenguaje poético a la narrativa, dando como resultado un apasionante viaje del lector a través de una elevada calidad literaria.
Vidas en fuga aborda la memoria encerrada en la vida y su importancia. Desde su pérdida por las enfermedades en ese errático jardín del hipocampo hasta el olvido voluntario a veces y otras caprichoso, el hilo narrativo nos conduce por sus rincones más oscuros a veces, más necesarios, otras, y tal vez más hermosos, solo algunas.
La historia, nuestra historia, nuestro pasar por la vida, no sería nada sin la memoria y sin el recuerdo. Pero a veces nuestro empeño por olvidar se convierte en no ver ni mirar, para no recordar. La memoria enterrada se convierte en ceguera, con el único fin de no tener que volver a enterrar más memoria, y nacen la mentira, la hipocresía, el egoísmo y todos esos males que abundan en la tierra que escarba.
La memoria nos marca. Es un don y una carga que llevamos desde niños, pero con todos sus defectos posibles, sin ella no podríamos disfrutar de los momentos más felices y, mucho menos, hacernos responsables de nuestras propias vidas.
Hay memoria en la tierra y memoria en la vida. Memoria en los caminos, en las vidas en fuga que tratan de evitarla y, al final, en el epílogo en que todo se nos muestra hay memoria o ha de haberla.
Sin memoria no hay verso ni palabra ni historia. Memoria es emoción, es eco, es ruido que obliga a despertar y a sacudirnos, es pasión y son lágrimas, pero todo es memoria que alimenta la vida.